diumenge, 19 de juny del 2011

Un conte que em fa ballar la barretina amb tot aixó dels indignats.

Tres ciegos y un elefante


Leyenda Hindú


Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como

no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con sólo tocarlas.

 Usaban sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de
cuanto se ponía a su alcance.
 
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos.
Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante
blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que
hablar de él.

Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se
hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.

El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo
sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:

- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual
salen dos grandes lanzas frías y duras.

Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al
animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no
alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió
también él contar lo que había aprendido. Les dijo:

- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está
forrado de cuero con pelo para afuera.

Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y
comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a
la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó
el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:

-Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un
pincel en la punta. Sirve para hamacarse.

Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que
habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno
estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo
había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que
decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se
pelearon.

Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y
fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante
con sus propios ojos.

Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón.
Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron
al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.

Extret d’una magnífia web de contes i recursoso pedagògics:

http://kahani.animalec.com/